Caso Blasco: operación Haití

Caso Blasco: operación Haití

Martes, 12 de enero de 2010. 16:53:09, hora local. Un terremoto de 7 grados en la escala de Richter destroza Haití desde su epicentro a 15 quilómetros al sudoeste de la capital, Puerto Príncipe. La catástrofe arrasa con la frágil estructura social y económica de un país donde el 80% es pobre y el 54% extremadamente pobre. Al año, las cifras oficiales describen la magnitud del desastre: 316.000 muertos, 350.000 heridos y 1,5 millones sin hogar. Es la peor catástrofe humanitaria en las últimas tres décadas y la comunidad internacional se vuelca en ayuda de Haití. También el Gobierno valenciano. Esta crónica explica cómo los esfuerzos teóricamente solidarios de las autoridades valencianas se convirtieron en un sórdido intento por desviar fondos públicos a una trama corrupta. Para ello se han utilizado los numerosos testimonios ofrecidos durante el segundo juicio del caso Blasco, que se está llevando a cabo desde mayo en la Ciutat de la Justícia de València.

La micro ciudad
Tras conocerse el terremoto, desde la conselleria de Solidaritat se activó el Comité Permanente de Ayuda Humanitaria (CAHE), creado en el año 2000 y formado por la Generalitat Valenciana, las tres diputaciones provinciales, los cuatro principales ayuntamientos, la Federación Valenciana de Municipios y Provincias (FVMP), el Fons Valencià per la Solidaritat (FVS) y las desaparecidas Bancaixa y Caja de Ahorros del Mediterráneo (CAM). Todo con el apoyo de un consejo asesor integrado por ONGD de prestigio. Por su parte, en un medida atípica, esta misma conselleria, por orden de su titular Rafael Blasco, abrió una cuenta en cada una de los entidades bancarias antes citadas, que pronto recabaron 177.779,19€ entre contribuciones ciudadanas e institucionales.

En una primera reunión del CAHE, el 18 de enero, se aportaron algunas propuestas de actuación inmediata para su estudio. De manera habitual las ONGD hacían llegar a este organismo sus proyectos y los donantes elegían cuál financiar. Pero el 3 de febrero todo cambió durante una sesión extraordinaria en la que Francisco Camps, presidente de la Generalitat, con el apoyo de Blasco, apostó unilateralmente por dedicar todos los recursos a una micro ciudad para 2.000 personas. Algunos representantes de ONGD manifestaron a Pilar Collado, directora general de Cooperación, su preocupación por un proyecto de tal envergadura. “A las entidades nos pareció una medida ridícula, fuera de la necesidad de aquel momento, sin diagnóstico previo”, destaca Fernando Contreras, delegado en territorio valenciano de Intermon-Oxfam y con experiencia como cooperante desde 1997.

En las siguientes convocatorias del CAHE, 18 de febrero y 13 de marzo, se intensificó la preocupación de las ONGD, en especial a través de su Coordinadora (CVONGD), ante la inacción y falta de transparencia con los fondos recaudados. La situación empeoró tras la dimisión de Pilar Collado, 30 de abril de 2010, y su substitución por Josep Maria Felip, muy próximo a Blasco, quien bloqueó cualquier contacto con ONGD, vetando incluso su presencia en el CAHE. Según Carmen Palazón, entonces jefa de área del FVS, “los donantes protestamos, pero Felip dijo que las ONGD no irían a reuniones porque distorsionaban más que ayudar”.

Un viaje surrealista
La primera cita sin entidades de cooperación en el CAHE fue el 26 de mayo de 2010. Felip confirmó el interés por la micro ciudad, para lo cual habían enviado a Haití a la técnica Eva Solá en busca de documentación precisa. Solá se reunió con los principales organismos internacionales de ayuda humanitaria y comprobó que la prioridad continuaba en la emergencia inmediata. En un momento dado, el jefe de área de Cooperación, Marc Llinares, le pidió ir a Jacmel, al sur del país, para entrevistarse con Zidor Fednel, delegado del Gobierno en aquella zona. “Fue una visita surrealista: quería que la Generalitat reconstruyera su oficina y su vivienda particular a través de una ONG. Él mismo descartó la micro ciudad por dificultades con el catastro y el acceso a la zona”. Una obviedad, según Solá: “¿Cómo iban a trasladarse centenares de personas por un país donde habían desaparecido las carreteras?”.

De regreso, la técnica explicó su experiencia en una primera sesión con ONGD con presencia en Haití. Y quedó de piedra cuando, el 30 de junio, en una reunión del CAHE a la que fue invitada y tras explicar lo urgente de seguir con ayuda humanitaria básica, Felip propuso la construcción de un hospital en Belle Anse, 80 quilómetros al suroeste de Jacmel, a instancia precisamente de Zidor Fednel, con quien también había contactado. “Fue la primera vez que escuché esa idea”, destaca Solá, quien se pregunta: “¿Para qué me enviaron entonces si su interés nada tenía que ver con emergencia?”.

Según la propia conselleria, aunque no consta documentación oficial alguna, se ofreció a Cruz Roja acometer el proyecto, pero ésta lo rechazó. Entonces Llinares intervino a favor de la Fundación Solidaria Entre Pueblos (FSEP), recomendándola para montar una oficina técnica que sentase, teóricamente, las bases del futuro hospital. Blasco apoyó la medida e instó al Consell a una modificación presupuestaria para que los 177.779,7€ recaudados fueran transferidos a esta fundación.

Agosto en Haití
Del 9 al 16 de agosto una delegación de la consejería viajó a Haití para firmar un acuerdo con la municipalidad de Belle Anse de cesión de suelo. La encabezaron Josep Maria Felip y Antonio Gullón, del gabinete del conseller. Y Joaquín Rafael Blasco, entonces mano derecha de Augusto Tauroni, cerebro de la FSEP. Al poco, el 30 de agosto, el ministro haitiano de Salud, Alex Larsen, y Rafael Blasco firmaron en el país antillano el “Memorando de entendimiento entre la Generalitat Valenciana y la República de Haití”.

Felip convocó con premura al CAHE para informar de la elección de la FSEP para dirigir el proyecto del hospital, entidad desconocida para las ONG, lo que provocó recelos. Para Eduardo Miguel Selma, responsable de Cooperación en Fontilles, “la propuesta era atípica en el contexto de las ONG: parecía que estaba dado de antemano”. Algo similar a lo expresado por Palazón: “Era la primera vez que se iba a financiar algo que no provenía de las ONG, era el mundo al revés”. Y para Contreras “construir un hospital no era la primera necesidad tras un urgencia, sino algo a largo plazo”.

Acción, reacción
El 6 de octubre de 2010 saltó a los medios el escándalo del desvío de dinero público de Cooperación a una trama corrupta vinculada a la FSEP y Augusto Tauroni, quien sintió peligrar sus negocios y pasó al ataque a través de Fedacod, que agrupaba por iniciativa de la conselleria pequeñas entidades de codesarrollo, organizando un acto en el colegio Albalat bajo el lema “Una imagen vale más que mil mentiras”. Y el 26 de octubre, Rafael Blasco presidió una sesión del CAHE donde un representante de la FSEP mostró planos, paneles y maquetas del futuro hospital. Felip y Llinares anunciaron que el centro contaría con el sustento de una unidad materno infantil de Save the Children, algo que Rodrigo Hernández, coordinador de esta entidad en suelo valenciano, niega: “Nunca vi ningún plano”. Y concreta: “Antes del terremoto estábamos construyendo una clínica materno infantil en Belle Anse. Cuando Llinares dijo que habló con compañeros de allí y que estaría bien coordinar actuaciones, le pedí que lo pusiera por escrito para comunicarlo a la sede central, donde se decidió que, una vez edificado el hospital, ya se vería cómo coordinarnos”. “No era ni siquiera un acuerdo, sino la posibilidad de explorar un posible acuerdo”, subraya antes de mostrar sorpresa porque el acta del CAHE del 26 de octubre diera por hecho esta alianza: “Por supuesto que no, ya que no se pueden desvestir santos para vestir otros”.

Mientras, el escándalo en los medios había liquidado definitivamente la aspiración de Tauroni de que la FSEP no solo emprendiera la fase anterior de oficina técnica, sino el gran bocado de levantar el hospital. Todo ello a través de un convenio, sin concurrencia pública, a lo que la Abogacía de la Generalitat puso reparos: la convocatoria debía ser abierta e impedía concursar a la misma entidad que había participado en la oficina previa. Tauroni pensó entonces en Esperanza Sin Fronteras (ESF), una de las entidades satélite con la que ya había obtenido dos grandes proyectos en Perú. La FSEP se encargaría de todo y Fernando Darder, presidente de ESF, solo estamparía su firma.

Tauroni pasó a negociar con AceroHomes, constructora por módulos de Miami, cuyo presidente, Alfredo Rodríguez, era íntimo de Julia Valdés, testaferro de las numerosas empresas de Tauroni en Estados Unidos. Al frente del proyecto de Haití, Augusto situó a su propio hermano pequeño, Arturo, quien envió el 19 de mayo de 2011 un correo a Valdés con tres contratos adjuntos que AceroHomes debía firmar con sendas empresas de Augusto en Miami por un total de 2.249.000€, cantidad que las acusaciones creen que la trama pensaba desviar del proyecto en Haití. Era prácticamente la mitad de los 5 millones de una convocatoria dividida en tres expedientes: construcción del hospital, rehabilitación de una posta sanitaria y acciones complementarias. Así se publicó en el diario oficial el 26 de abril de 2011, apenas un mes antes de las elecciones autonómicas, a través de la orden 7/2011 para reconstrucción de Haití.

Además de ESF, se presentaron Fuden y Sotermun. Las acusaciones también sostienen que lo hicieron invitadas por la propia conselleria para ofrecer una falsa imagen de concurrencia pública. De hecho, el registro de ambos proyectos fue consecutivo, como si alguien los hubiera llevado a la par, y su contenido poco o casi nada tenía que ver con la convocatoria. En el caso de Fuden, la entonces encargada de proyectos, Alicia Cerón, asegura que adaptaron el proyecto “a nuestro perfil, formación de enfermeras”. Y pese a que en el capítulo de actividades complementarias se exigía presupuestar material hospitalario especializado como Rayos X o equipos quirúrgicos, Fuden ofreció maniquíes, torsos, bolígrafos y libretas. En cuanto a Sotermun, su presidente en aquel momento, Manuel Zaguirre, reconoce que el proyecto “era muy flojo, cogido con alfileres”, hasta el punto de retirarlo el 30 de mayo, un día antes de la reunión de la comisión técnica encargada de estudiar la convocatoria.

Por último, el 13 de junio de 2011, Rafael Blasco, ya como conseller en funciones, concedió la construcción del hospital de Haití a ESF. Sería su última decisión con cargo al presupuesto público de su vida política.

Ni dinero, ni voluntad
Las elecciones autonómicas de mayo de 2011 volvieron a otorgar mayoría absoluta al Partido Popular. El presidente Francisco Camps decidió prescindir de la conselleria de Solidaritat, pero Rafael Blasco siguió como portavoz parlamentario. La dirección general de Cooperación se integró en la conselleria de Justicia, cuyo titular era el fiscal Jorge Cabré. En el nuevo organigrama de Cooperación continuó Josep Maria Felip y a Marc Llinares le substituyó Francesc Gamero, quien recuerda que el conseller dio instrucciones de paralizar el hospital de Haití. “Fue una decisión política”, sostiene, pese a que la medida se argumentó públicamente por el estallido de la crisis económica y los recortes en el presupuesto de Cooperación. Así lo comunicaron Felip y Gamero durante la reunión del CAHE del 28 de noviembre de 2011. Y meses después, el 23 de febrero de 2012, la operación policial Oswald acabó con la detención de los principales actores de la trama, Felip entre ellos. Sería el epitafio para el expediente del hospital de Haití, del que ya solo volvería a hablarse durante la fase de instrucción y sus posteriores sesiones judiciales.

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