03 Dic España es el país europeo donde más se percibe la corrupción
Cuando hablamos de los estragos de la corrupción, debemos recordar sus costes sociales y democráticos. Uno de los mayores, el grado en que la ciudadanía percibe este problema
La organización no gubernamental Transparencia Internacional desarrolla cada año el llamado Índice de Percepción de la Corrupción. Este baremo puntúa a una serie de países en una escala del 0 -percepción de altos niveles de corrupción- a 100 -percepción de muy bajos niveles de corrupción-. Con los resultados, se elabora un ranking.
Según este índice, España es el país europeo donde más ha aumentado entre sus ciudadanos la percepción de la corrupción. Año tras año, la posición española en la tabla, junto a la de Hungría y Chipre, ha empeorado. Considerando solo a los 28 países de la UE, España ocupa entre la decimoctava y la vigésima posición del ranking, en función del ejercicio.
En 2000, España superaba en 29 puntos a Polonia; en 27, a la República Checa; en 6, a Portugal; y en 3, a Francia. Hoy, las tornas han cambiado: Francia le aventaja en 13 puntos; Portugal, en 6; Polonia, en 3; y España empata con la República Checa.
Transparencia Internacional trata de analizar el porqué de estos resultados. Por un lado, aprecia la eficacia de la policía, que ha permitido destapar numerosos casos de corrupción. Asimismo, valora las denuncias de los medios de comunicación y la indignación unánime de la ciudadanía ante estos escándalos. Otros factores que señala el organismo son la crisis económica, que ha incrementado el nivel de exigencia social, y la lentitud de la Justicia, que ha generado la sensación de que tal vez muchos casos queden impunes.
Pero, ¿por qué la percepción de la corrupción es cada vez mayor? Porque, aunque los casos relacionados con el urbanismo han disminuido, no lo han hecho los relacionados con la contratación pública o con las instituciones clave del Estado. Además, Transparencia Internacional detecta que la ciudadanía cree que las sanciones penales resultan decepcionantes o llegan tarde, que la Justicia está politizada y que hay opacidad en sectores poderosos -banca, energía, telecomunicaciones-.
Por ello, el organismo insiste en la necesidad de seguir trabajando para afrontar el problema de la corrupción y darle respuestas eficaces: la sociedad se mantiene firme y es cada vez menos tolerante con la corrupción, pero falta, apunta, una clara voluntad política para hacer frente de forma definitiva a la corrupción.
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